Nosotros no empleamos la democracia como paso o compás de espera para el socialismo o el comunismo; para nosotros, la democracia es una meta en sí. No queremos pan sin libertad como en Rusia. O libertad sin pan como en otras partes. Queremos ambas cosas. No queremos arrebatar la riqueza a los ricos para dársela a los pobres; lo que perseguimos es crear nuevas riquezas para aquellos que no tienen ninguna. No queremos dictadores desde arriba, como en el fascismo, ni dictadores desde abajo como en el comunismo.

Víctor Raúl Haya de la Torre, entrevista con el periodista Harry Hirschfeld, 23 de abril de 1946.

viernes, 13 de junio de 2014

Piketty, el capital y la desigualdad. Por Jose Miguel Luna Jara.

*Abogado, Estudiante de la maestría de Gobierno y Gestión Pública del Instituto de Gobierno de la Universidad San Martin de Porres y miembro del Instituto Democracia y Libertad.

El economista francés Thomas Piketty es autor del polémico best seller  “El capital en el siglo 21”.  Según la tesis de Piketty la desigualdad económica en el sistema capitalista tiene origen estructural.  Cuando la tasa de remuneración (rentabilidad)  al capital ("r") es mayor a la tasa de crecimiento ("g") = r>g , “el capitalismo automáticamente genera desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan radicalmente los valores meritocraticos sobre los cuales se basan las sociedades democráticas.”

En sentido estricto el sistema deriva del usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción. La rentabilidad del capital es directamente proporcional al nivel de producción de la inversión. A mayor producción de la inversión, mayor rentabilidad al capital;  a mayor rentabilidad al capital, mayor acumulación. El Capital acumulado retroalimenta el proceso. Si la tasa de crecimiento de la renta al capital   supera a la  tasa de crecimiento económico (PBI, empleo, infraestructura, etc.) lógicamente la desigualdad crece.

El crecimiento de la brecha de desigualdad es intrínseco al sistema, por las razones que Piketty expone.  Pero también hay otros elementos  interactuando.  Durante el último siglo la humanidad incrementó  700% su capacidad productiva y a pesar del “efecto inevitable la brecha de desigualdad disminuyo logrando por ejemplo que la desnutrición crónica y otras carestías  se redujeran del 50% al 13% de la población mundial. Este fenómeno se debió a que para asegurar la rentabilidad del capital, el “sistema económico” necesita de  ciertas condiciones domesticas básicas que hagan posible la creación de riquezas: infraestructura adecuada, mano de obra calificada, estabilidad, seguridad, etc.  Como Haya de la Torre ya lo había advertido, el capitalismo es ambivalente pues estas condiciones  del sistema generan  externalidades positivas y negativas que impactan en la vida de las personas y su entorno. Crea infraestructura, genera puestos de trabajo, dinamiza el potencial productivo de un pais, etc. pero paralelamente también contamina, subemplea, polariza, etc.



El capitalismo es un sistema económico, y como todo sistema puede ser regulado. La mayor traba está centrada en  la condición ética de quienes deciden sobre los usos de la riqueza  que produce el capital.  Existen países que en 1960 eran dos veces más pobres que el Perú y a pesar de haber liberalizado  sus economías con la inversión privada, y al condición estructural de r>g, lograron  reducir  su brecha de desigualdad a través de inversiones claves orientados al recurso humano  alcanzando su renta per cápita de 82 dólares a 30,000 dólares anuales. Este fenómeno evidencia la plasticidad que tiene el sistema respecto de su regulación.

En suma, la desigualdad está ligada en mayor proporción a la deficiente provisión,  acceso y consumo de bienes y servicios que a los problemas estructurales del sistema. El bienestar de los hogares depende de la facilidad  con la que sus miembros pueden acceder a diferentes bienes y servicios. La ausencia de estos disminuye considerablemente la productividad de otros factores como la tierra, el capital físico y el humano; y aumenta el proceso de aislamiento geográfico, conflictividad social y problemas de gobernabilidad, socavando la cohesión social y las posibilidades de desarrollo. La calidad y la accesibilidad de los bienes y servicios condicionan el bienestar de los hogares. Mientras más rápida y accesible sea la provisión de servicios básicos mayor es el bienestar, independientemente de quien la provea. No todos partimos  en igualdad de condiciones, sin embargo la infraestructura y  sus externalidades ayudad a cerrar la brecha de oportunidad y aumentan la probabilidad de éxito a un mayor número  de habitantes.


El capital es consustancial a la infraestructura.  Sin capital no hay infraestructura,  sin infraestructura no hay la provisión de servicios básicos y sin provisión de servicios o bienes básicos no hay equidad. Por ello la brecha de la desigualdad no depende de la abolición de la propiedad privada sino de una intervención más dinámica e inteligente del estado, que permita convertir la debilidades  del sistema  en oportunidades reales para una   lucha eficiente contra la desigualdad.