Nosotros no empleamos la democracia como paso o compás de espera para el socialismo o el comunismo; para nosotros, la democracia es una meta en sí. No queremos pan sin libertad como en Rusia. O libertad sin pan como en otras partes. Queremos ambas cosas. No queremos arrebatar la riqueza a los ricos para dársela a los pobres; lo que perseguimos es crear nuevas riquezas para aquellos que no tienen ninguna. No queremos dictadores desde arriba, como en el fascismo, ni dictadores desde abajo como en el comunismo.

Víctor Raúl Haya de la Torre, entrevista con el periodista Harry Hirschfeld, 23 de abril de 1946.

domingo, 7 de agosto de 2011

De Argentina al Perú, y desde el Perú a la Argentina: dos décadas de intensos vínculos militantes (1920-1940). Por Leandro Sessa

Hace un par de semanas nos topamos con el joven historiador Leandro Sessa, de la Universidad de La Plata en Argentina, que se encontraba en Lima recogiendo información del Partido Aprista Argentino. Luego de haber estrechado lazos, le pedimos que colabore con esta tribuna del pensamiento indoamericano escribiendo sobre su tema de investigación, y ha tenido la amabilidad de resumir aquí un artículo para ser compartido en este portal. Una aproximación más completa al aprismo argentino puede ser encontrada AQUÍ

1922.Haya de la Torre, Gabriel del Mazo, y otros en Argentina

Poco antes de emprender su regreso al Perú para participar de la organización del Partido Aprista Peruano y lanzarse a la campaña para las elecciones de 1931, Luis Heysen envió una carta al reconocido intelectual argentino Manuel Ugarte:
“Nuestra Argentina ha dejado de ser el refugio de la libertad americana. Tengo que decírselo sin ocultar mi amargura. […]  Vivimos bajo la amenaza y nadie puede asegurar que se encuentre asegurado contra este incendio […] De Bolivia al Plata pasando por Perú una restauración conservadora se ha consumado en corto plazo […] la desgracia nos une tan fuertemente como la liberación de nuestra lucha”.[1]
Haya de la Torre en Montevideo llevando
saludos de peruanso y argentinos. 1925
Estas palabras de Heysen retrataban los cambios que había sufrido la Argentina a partir del Golpe de Estado comandado por Uriburu, en Septiembre de 1930. Durante las décadas anteriores, Argentina había vivido un proceso de ampliación democrática, que había repercutido en las Universidades a través de lo que se conoció como el Movimiento de la Reforma Universitaria, iniciado en Córdoba, en 1918. Aquel suceso, de amplia repercusión continental, había iniciado vínculos entre líderes estudiantiles de diferentes países, entusiasmados con los vientos democráticos que desde el sur de Sudamérica parecían llevar nuevos aires hacia otros territorios. A aquellos años se remontan los vínculos que los estudiantes peruanos habían establecido con Alfredo Palacios, a partir del viaje de éste al Perú, y que luego de extenderían a relaciones fraternales con dirigentes del movimiento estudiantil argentino: en 1922 Víctor Raúl Haya de la Torre, de visita en Argentina, inició un prolongado vínculo con uno de sus anfitriones en la Universidad de La Plata, Gabriel Del Mazo. 
Recibimiento de Haya de la Torre en Buenos Aires
Seguramente estos antecedentes influyeron para que muchos líderes estudiantiles peruanos, ante la necesidad de escapar de las persecuciones iniciadas por el gobierno de Augusto Leguía, eligieran Argentina como lugar de refugio. En la segunda mitad de la década de los veinte, mientras los referentes de los Unión Cívica Radical alternaban en el cargo de presidente de la Nación, mientras Buenos Aires crecía como una metrópoli que tenía poco que envidiarle a las principales ciudades europeas, mientras la Argentina gozaba de los últimos beneficios del modelo agroexportador que le había otorgado la fama de “granero del mundo”, en las universidades, pero también en revistas culturales de amplia difusión continental, crecían redes que daban forma a una comunidad de intelectuales comprometidos con las ideas de la unidad continental, principalmente como estrategia de lucha contra el imperialismo. José Ingenieros, Alfredo Palacios y Manuel Ugarte eran referentes de las juventudes reformistas. En ese clima se instalaron, entre otros, Manuel Seoane y Luis Heysen. Los dirigentes estudiantiles peruanos, que pronto se comprometerían fuertemente con el proyecto de unidad continental lanzado desde el exilio por Haya de la Torre (el APRA), se instalaron en las redes del movimiento reformista, no sólo como plumas en revistas como Sagitario, Claridad o Renovación, sino como activos militantes en diferentes espacios vinculados con el reformismo universitario, como la Unión Latino Americana, creada por Ingenieros y dirigida por Palacios, en donde Seoane ocuparía importantes cargos. En el caso de Heysen, su compulsiva actividad militante lo colocó, en 1926, al frente de la Federación de Estudiantes de La Plata, donde se encontraba cursando estudios de agronomía. Era ese clima el “refugio de la libertad americana”, que Heysen evocaba con nostalgia en su carta a Ugarte de 1930. Los militantes estudiantiles peruanos se habían instalado cómodamente en las redes del reformismo universitario, en donde eran reconocidos por su iniciativa militante, y desde donde podían apuntalar el proyecto del APRA y difundir las críticas al gobierno civilista que los había expulsado del Perú. Pero la carta que citamos mencionaba algunos de los cambios en Argentina, que hicieron retroceder, entre otras libertades, las reivindicaciones del movimiento reformista.  Y en ese nuevo clima de restauración oligárquica, con dictaduras o gobiernos con fachada democrática, algunos militantes del aprismo peruano como Enrique Cornejo Koster, Manuel Seoane o Andrés Townsend, volvieron a pisar suelo argentino. Este segundo exilio en la Argentina para los dirigentes apristas, será una parada transitoria, ahora como parte de una red de desterrados que, a través de Luis Alberto Sánchez, que se encontraba en Santiago de Chile, tenía contacto con Haya de la Torre y otros líderes del aprismo perseguidos en Perú. En estos años muchos de los militantes del reformismo universitario habían reaccionado ante el clima de prohibiciones ingresando a las filas del Partido Socialista (aquel que había sido fundado por Juan B. Justo, y que tenía entre otros referentes al propio Palacios, a Ugarte y a Nicolás Repetto); y  serían esas redes de militancia política o publicaciones cercanas al socialismo, como la revista Claridad, donde los apristas instalaron sus actividades de propaganda contra Sánchez Cerro y Benavides, de denuncia de la situación de los apristas presos en el Frontón, y de difusión doctrinaria a través del Comité Aprista Peruano de Buenos Aires, que dirigió Manuel Seoane hasta 1936, y que luego encabezó Andrés Townsend. Sin embargo, en esta década el aprismo tendría una influencia no tan reconocida en la Argentina: desde 1936, en los ambientes estudiantiles donde todavía se generaban encuentros de inmigrantes o exiliados de diferentes países del continente; alentados por el entusiasmo latinoamericanista que oleaba desde la década anterior, algunos estudiantes platenses organizaron un Sindicato Aprista de Estudiantes. No es casualidad que esta experiencia, encabezada por Francisco Capelli y Raúl Amaral, de nacionalidad argentina, surgiera en la Universidad de La Plata, aquella que había albergado a Luis Heysen, y que ahora recibía en sus aulas a Andrés Townsend. Pero más sorprendente aún es que en una ciudad ubicada algunos kilómetros más al norte, puerto comercial sobre el río Paraná, Rosario, surgiera un Partido Aprista Argentino. Esta organización liderada por el argentino Alberto Faleroni, funcionó durante la segunda mitad de la década de los treinta, como una expresión más de un incipiente espacio en el que la prédica nacional y antiimperialista ganaba lugar como una alternativa política que cuestionaba los viejos moldes de los partidos que enfrentaban el fraude electoral instaurado por el régimen conservador. 
1925. Peruanos desterrados en Buenos Aires. De izquierda a derecha: G. Cornejo Koster, Eudocio Ravines, Manuel Seoane, Luis E. Heysen, Gabriel del Mazo (argentino), Arcelles y Oscar Herrera


Esta breve reseña de dos décadas de vínculos del aprismo con la Argentina, cuya bisagra está perfectamente sintetizada en la carta de Heysen a Ugarte, demuestra un intenso intercambio de influencias. Desde la Reforma Universitaria, que viajó desde Argentina al Perú, hasta el aprismo, que viajó de Perú a Argentina, podemos reconstruir una notable circulación de hombres, experiencias e ideas. Estos flujos, no tan estudiados, muestran también las características del clima político e intelectual  de dos países en el período de entreguerras: son claves para comprender las expectativas, iniciativas, frustraciones y esperanzas en nuestro continente.  

Leandro Sessa. La Plata, 8 de Agosto de 2011.


[1] Carta de Heysen a Ugarte, 4 de Diciembre de 1930, Epistolario de M. U. Op. Cit, Tomo VII, Folios 53-55.

1 comentario:

  1. Excelente aporte a la construcción de la historia de los inicios del APRA Continental.

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