Recordando a don Manuel González Prada
Cuando topo a ciertas gentes sin hacerlas un saludo, no es
que yo no las conozca. Es que las conozco mucho.
Manuel González Prada, Grafitos.
Don Manuel González Prada [5 de enero de 1844-22 de julio
de1918] representa en nuestro intelecto y en la política la libertad, la
intransigencia moral y el culto a la virtud.
Dejó la poesía modernista para castigar con verbo punzante
el derrotismo y la corrupción imperantes después del catastrófico fracaso
peruano en la Guerra del Pacífico [1879-1883]. Y al verse tentado por la
política, optó por rechazarla y ubicarse en sus márgenes como el crítico más
severo de los vicios republicanos y el gran animador de la rebelión social de
los desposeídos.
La presencia de González Prada señaló la frontera entre dos
épocas en la política y la cultura peruanas. Defendió la libertad de cultos y
la educación pública libre y gratuita, el descentralismo y el derecho del
pueblo a la insurgencia. Fue promotor del sindicalismo obrero, la igualdad del
hombre y la mujer y la reivindicación de la raza indígena.
En el campo literario fue un innovador de la estrofa y la
métrica poéticas y puso fin a la subordinación de los literatos peruanos a la
tradición y las modas hispanas.
El Maestro realizó esta obra de renovación en un medio
políticamente hostil y plagado de conservadurismo. Donde las antiguas dinastías
terratenientes y los grupos oligárquicos intentaban cubrir su fracaso histórico
con oropeles aristocráticos y fanatismo religioso.
Su obra escrita y su personalidad inspiraron a la generación
joven que formó en Trujillo el «Grupo Norte» y creó en muchas ciudades del país
las Universidades Populares. Haya de la Torre lo conoció en 1917. El aprismo
considera a Manuel González Prada su precursor.
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