Alberto Vergara, en su reciente publicación “Ciudadanos sin
República. ¿Cómo sobrevivir en la jungla
política peruana”, nos dice que en el
Perú del siglo XX no tuvimos
experiencias republicanas ni proyectos
intelectuales republicanos. Nos cuenta que “…la mitad del tiempo fuimos gobernados
por las Fuerzas Armadas. Los pocos intermedios democráticos desembocaron en el
desgobierno…”. En lo intelectual, “…el vocabulario de la revolución y la clase
ajustició al de las instituciones y el ciudadano…”. De las frases citadas por
Vergara, en la primera le doy la razón. En lo que se refiere a proyectos
intelectuales republicanos, creo
que se equivoca, porque solo piensa en
los intelectuales de izquierda que optaron por reflexionar el país criticando a
la democracia. Pero se olvida en su análisis de los proyectos de país y de
ciudadano de Haya de la Torre. Es así que en este artículo urge levantar la voz
sobre el espíritu republicano de uno de los representantes más importantes en
la historia política e intelectual peruana.
Escribir sobre el líder-fundador del partido aprista implica
reflexionar sobre su contribución a la construcción de la república en el país
en el siglo XX y sobre su trayectoria política. Ideas y persona relacionadas
entre sí. Que si bien sigue siendo el proyecto republicano inconcluso, éste no
está exento de sus avances, donde Haya de la Torre tuvo un rol protagónico. Fue
un intelectual comprometido con su país.
Octavio Paz, nos dice en
“El laberinto de la soledad”, : “…En Europa y Estados Unidos el
intelectual ha sido desplazado del poder, vive en el exilio y su influencia lo
ejerce fuera del ámbito del Estado. Su misión principal es la crítica; en
México, la acción política…”[1]. Esta cita de Paz nos revela que, a diferencia
de otras latitudes del mundo occidental, en el caso mexicano –y por extensión,
el caso latinoamericano- la reflexión y la política se combinan, se vuelve un
híbrido. Una de las máximas de Haya de la Torre nos refleja eso: “El principio
está en la acción”. En ese sentido, los asuntos públicos se discuten desde la
acción política.
Lo expuesto líneas arriba implican preguntarnos: ¿Qué es una
república? “…Es una forma de organizar el poder donde se prioriza el
autogobierno por parte de los ciudadanos. El autogobierno en el mundo
contemporáneo se asegura por la existencia de unas instituciones
representativas legítimas que median entre Estado y Sociedad y que intentan
asegurar que el poder resida en última instancia en los ciudadanos…”, nos dice
el politólogo Alberto Vergara en una entrevista reciente [2]. Carmen Mc Evoy
precisa, en otra entrevista [3], a la
república como un proyecto nacional.
Dos ideas relevantes de estos autores saltan a la vista:
“Autogobierno” y “Proyecto nacional”. Sobre la contribución reflexiva y
de acción política de Haya de la Torre es extensa, y se puede revisar “Política Aprista”, “El Antiimperialismo y el
Apra”, “Mensaje a la Europa Nórdica”, entre otros textos. ¿Qué aportó en ellos?
A diferencia de los intelectuales de la izquierda marxista, algo esencial para
la forma de autogobierno democrático y de país: Los derechos sociales sumados a
los derechos políticos, tales como la
libertad de organizarse, de expresarse, de insurgencia en casos de
recorte de libertades y de asilo político, entre otros. ¡Pan con libertad! nos
dice un cartel en la Casa del Pueblo. Asimismo, reflexionó y buscó la unidad
nacional para poder enfrentar política y económicamente a otras potencias
mundiales, como EE.UU. por ejemplo.
ello,
Veamos algunos pasajes de nuestra historia para comprender
lo que líneas arriba Octavio Paz nos dice sobre el intelectual comprometido. De
1932 a
1933, Haya de la Torre sufrió prisión acusado de instigar al pueblo a la
insurgencia popular contra el gobierno dictatorial de Sánchez Cerro. De 1945 a 1948, así como de 1956 a 1962, auspició
aperturas democráticas. De 1949
a 1954, protagonizó una exitosa defensa del derecho de
asilo desde la embajada de Colombia en Lima. Y en 1962 dio un ejemplo de
hidalguía al renunciar a la posibilidad de acceder a la presidencia de la República para evitar una interrupción
de la democracia.
Pero cabe resaltar que desde una reflexión realista, Haya de
la Torre nos advierte algo sobre esta
forma de autorganización. En una
conferencia de octubre de 1945 [4], el líder aprista, citando a Platón, nos
dice que: “…El riesgo de la ruina de las democracias puede ser el exceso de
amor a su supremo bien”. “¿Cuál es? -le pregunta el interlocutor-“. “La
libertad -le dice-, porque si se abusa de ella la democracia engendrará la
tiranía”. En ese sentido, la preocupación constante de Haya de la Torre no fue
exclusivamente reflexionar y luchar políticamente por la libertad y la
justicia, y luego quedarnos ahí. No. El va más allá. Nos advierte también que
debemos fomentar una cultura democrática responsable. En su tiempo, el
partido-escuela fue el instrumento para generarlo. Educar al soberano lo llamo
John Locke. Es ahí donde uno puede ver que el fin último fue el ciudadano. No
fue nada fácil. Supo que el ideal republicano tuvo un camino empedrado de
dificultades. En una sociedad política proclive al dominio de los señores de
linaje, el pensó y actuó sigilosamente para alcanzar el ideal republicano. La
Constitución de 1979 fue su expresión máxima.
Por otro lado, Haya de la Torre pensó también que la
libertad del ciudadano no estaba garantizada per se en el principio. Había que
mirar y compatibilizarla con los cambios tecnológicos y mundiales de la máquina
[5]. Nuevamente, la realidad que muchos de nuestros intelectuales olvidan.
Porque eso también nos hace libres. A medida que la industria de la máquina
avanza, el hombre se aleja de su condición de dependiente. Estos cambios en la
dinámica mundial nos generan una interpretación social y política del ideal
republicano. Y en eso, sí se avanzó también.
Para terminar, Haya de la Torre nos ha legado la vasta
reflexión de un intelectual comprometido
con el ideal republicano. Nos ha mostrado a través de su biografía que
dichos caminos no son nada fáciles. Y la crítica feroz de ese entonces, ya no es
tal hoy en día. Casi la inmensa mayoría de peruanos abrazan las ideas de
justicia social en democracia. La idea de unidad nacional, y no de clase, para
fomentar un proyecto de país. Así como el de “no quitar la riqueza al que lo
tiene; sino fomentarla para el que no la tiene”. Todo lo cual es bueno
recordarselo al politólogo Alberto Vergara.
NOTAS:
1. Paz, Octavio. El laberinto de la soledad, Post data,
Vuelta a El laberinto de la Soledad. 3era. edición. México. Fondo de Cultura
Económica. 1999.
2. Para mayor detalle, véase el siguiente link:
http://laprensa.pe/actualidad/noticia-alberto-vergara-alejandro-toledo-irse-politica-y-evitar-terminar-como-pillo-12706
3. Sobre la entrevista a Carmen Mc Evoy, ver aquí:
http://laprensa.pe/espectaculos/noticia-carmen-mc-evoy-solo-apagamos-incendios-y-no-pensamos-que-queremos-peru-50-anos-12102
4. Haya de la Torre, Victor Raúl. “El Gran Desafío de la
Democracia, 1945” .
En Pensadores de la República. Ideas y propuestas vigentes para el Perú del
siglo XXI. CEPLAN. Junio, 2011.
5. Ibid.
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