Muy orgullosos, les presentamos un artículo preparado por la talentosa joven intelectual Katherine Castro, ponente en la tercera sesión de What´s APRA, , respecto a la nomenclatura de Indoamérica. ¡Surgen nuevas pensadoras!
YO TAMBIÉN ME LLAMO INDOAMÉRICA
Katherine
Castro
Ponencia
presentada a la Tercera Sesión del Módulo 1 de What’s APRA: “Aprismo e
Indoamericanismo”.
*****
Y me
pregunto: ¿Cuántas veces hemos dicho llamarnos latinoamericanos? Sin ni siquiera
tener el pleno conocimiento de lo que la palabra implica. Y cuántas veces durante
las clases de colegio hemos usado términos como: Iberoamérica, Hispanoamérica,
Latinoamérica y hasta tal vez raramente Panamérica. Términos usados
frecuentemente sin ni siquiera habernos tomado el tiempo de “averiguar” qué hay
detrás de cada uno. Al hacerlo nos daremos cuenta que no son meras nominaciones
porque detrás de cada palabra hay una razón histórica, étnica, espiritual y
política. Y es que no se trata de una disputa de palabras sino de un esfuerzo
por esclarecer conceptos mediante el análisis.
Víctor Raúl
Haya de la Torre nos muestra una interesante propuesta, ante la discutida
problemática que ha tenido nuestro continente en cuanto al nombre que en
justicia le pertenece, partiendo de lo que es Integración Continental y es así
como lo llama INDOAMÉRICA.
Pero, ¿qué
sucede con los otros términos que se nos han adjudicado a lo largo del tiempo? Pues
bien, a continuación sabremos por qué debemos diferir de aquellos identificando
detrás de cada uno las distintas concepciones:
Hispano o Iberoamérica. Ambos preconizan la
prevalencia de España y Portugal, proponiendo lo Ibérico como tradición y como
norma, y eso nos hace recordar que
nuestra historia no comienza con la conquista europea del s. XVI. Además son denominaciones
excluyentes de países como Haití, las Guyanas y diversas islas caribeñas, donde
se habla inglés, francés y hasta holandés. Por tanto, ambos términos son
sinónimo de Colonia y tienen significados preteristas ya anacrónicos.
Panamérica y su derivado Panamericanismo. Ha sido
en su origen la expresión de la política de la “Diplomacia del dólar”,
sepultada por la política del “buen vecino”- presidida por Franklin D.
Roosevelt –que tuvo su época y su auge y que debe ser reemplazado por algo más
democrático y eficiente– y que proviene de los esfuerzos afanosos de hacer que nos
confundamos dentro del gran Imperio
americano del Norte. Vemos pues que Panamericanismo es confusionista, que
infiere tutoría y desequilibrio basado en el desdén de los fuertes y el
resentimiento de los débiles. Por tanto Panamérica es igual a Imperialismo.
Latinoamérica. Es un término más amplio y más
moderno que corresponde al siglo XIX, Es “más inclusivo” por abarcar lo
español, lo portugués y hasta lo francés. Lo “latino”, además, es referido para
los que hablan lenguas romances –derivadas de la fusión con el latín del
antiguo imperio romano–, y sería ilógico pensar que los indígenas y los
afroamericanos sean de origen latino. Alude también al tronco latino de las
razas ibéricas y lenguas castellana y portuguesa; al mismo tiempo reconoce la
influencia espiritual de la cultura renacentista –particularmente francesa–
tomando en cuenta también el valor jurídico y político de las teorías
democráticas, inspiradas en la Revolución francesa, que dieron rumbo a la
victoria republicana de la Independencia.
En cambio
INDOAMÉRICA no sólo es cuestión de semántica circunscrita sino también de historia,
por ello su elevada interpretación política es sencillamente una: semántica
histórica. La primera objeción que tuvo fue el argumento de que los indios
puros son minoría en nuestro continente, sin embargo, lo que no entendían es
que Indoamérica es considerada como un todo por tanto lo indio es mayoritario
porque no se trata del indio puro en exclusividad sino también del mestizo.
Entendamos
sin ligerezas que hablamos de un término panorámico, más amplio, porque entra
más hondamente en la trayectoria de nuestros pueblos. Comprende así la
Prehistoria, lo indio, lo ibérico, lo latino, lo negro, lo mestizo y por qué no
decirlo: somos esa “raza cósmica” de la que nos hablaba José Vasconcelos,
refiriéndose al mestizaje que representamos muy flagrantemente; porque somos,
al fin y al cabo, una aglomeración de todas las razas sin distinción alguna que
buscan construir una civilización digna de un destino común de la humanidad
entera.
Indoamérica
viene a ser un nombre de reivindicación de lo que somos verdaderamente, es una
afirmación emancipadora que busca una definición nacional. Por tanto que no nos
cause vergüenza llamarnos indoamericanos, porque lo somos: “Reconozcamos que en
el corazón del continente, como en el corazón de cada uno de sus habitantes,
está lo Indio y ha de influir en nosotros aunque se perdiera en la epidermis y
el sol se negara a retostarla”, decía afanosamente Haya de la Torre.
El papel de
nosotros será entonces velar por aquel pensamiento vivo y vigente que nos
atribuye esa enorme responsabilidad de difundir el significado de lo nuestro,
de lo que nos pertenece por inherencia: Un amor y profundo respeto a nuestra Patria Grande que lleva consigo
múltiples matices de pieles, de costumbres, de folclore, de vivencias, de
nuestro día a día; a los cuales debemos actuar sin carecer de conciencia
indoamericana e integracionista por un bien tuyo, un bien mío, un bien de
todos.
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