Víctor Raúl Haya de la Torre en uno de los Coloquios
del Pueblo en el Aula Magna,
Casa del Pueblo (Av. Alfonso Ugarte 1011- Lima) en 1965.
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El APRA: Partido de la democracia y la revolución. Víctor Raúl Haya de la Torre al CUA [1]
(Discurso-cátedra segunda parte)
Vigencia del discurso-cátedra de Haya de la Torre al CUA
Por Hernán Hurtado
El inagotable magisterio de Haya de la Torre se pone de manifiesto en el Aula Magna frente a la apertura de la convención nacional universitaria aprista de setiembre de 1965 con elocuencia y temple expone la doctrina aprista y denuncia a los enemigos del aprismo, comunistas y residuos de oligarquía coludidos en el mismo interés: exterminar al Apra.
En la parte final del discurso-cátedra nos invita a reflexionar en torno a la realidad intransferible, al escenario nacional que tiene problemas propios y condiciones económicas, políticas y sociales de diferentes raíces y uno de los fundamentales retos es el territorio indómito y aún infrapoblado frente al resto del mundo y es una de las razones porque nuestra producción y progreso no despega.
Los comunistas desde siempre han sido el instrumento histórico de la reacción, y antes de definirse por su conciencia de clase lo han hecho por una deformación de conciencia antiaprista ¿Por qué? Sencillamente porque el aprismo fue superior en cuanto aspecto se refiera, nosotros les ganamos la contienda de ideas, pero más allá de las tesis y postulados revolucionarios, nosotros fuimos a la acción y enfrentamos a los tiranos, no nos refugiamos en ellos como sí lo hicieron los lacayos de Moscú. Luego, frente a los desesperados y aventureros terroristas de los sesentas, disfrazados de rebeldes guerrilleros que se alzan en armas para luchar por el pueblo, debemos desenmascararlos siempre que broten ¿Por qué nunca aparecen los disque guerrilleros marxistoides en dictaduras? ¿Por qué estos imitadores de insurgentes tuvieron financiamiento de los comunistas oficialistas? Una rápida comparación pone en el mismo saco del fracaso a los terroristas de Sendero Luminoso que prefirieron ventajosa e infantilmente levantarse contra un gobierno de jure y no contra uno de facto –disque por sus largas discusiones-.
Para efectos de dejar en claro la vigencia de esta cátedra basta referirse a estas cuestiones que plantea Haya de la Torre: “¿Cómo ha podido sobrevivir el Apra, contra todos y contra todo? ¿Cómo ha podido durar? ¿Cómo y por qué es el primer partido del Perú?” Y es que el Aprismo es experiencia auténtica de lo que somos, de todo el mestizaje, de todo el tránsito histórico que aspira a una nueva sociedad, porque nosotros no fuimos, ni seremos barato calco y copia, porque no tuvimos tutores políticos ni patrones imperialistas, porque nosotros los enfrentamos e hicimos de nuestro movimiento un símbolo histórico de reivindicaciones populares y porque conducimos la revolución sin balas, sin miedos y sin odios.
El APRA: Partido de la democracia y la revolución. Víctor Raúl Haya de la Torre al CUA (Leer discurso completo)
LA GEOGRAFÍA: NUESTRO PRINCIPAL ENEMIGO
Ahí comienza la diferenciación de nuestro movimiento con relación a cualquier otro movimiento político y social de América Latina o de continente alguno. Nosotros teníamos esta visión nueva, señera, de lo que era nuestra revolución. Porque no podíamos caer otra vez en la imitación, en el remedo, de la doctrina política europea para adaptarla y copiarla sin correcciones ni ajustes a una realidad nuestra, que era peculiar y diferente. De ahí que nosotros entonces tuvimos que centrar el enfoque de nuestro propio problema, frente a nuestra propia realidad. Y otras diferenciaciones aparecieron como característica de nuestro movimiento social y político, pues, a diferencia de Asia o Europa, el continente latinoamericano no es un continente superpoblado, sino infrapoblado, donde puede darse la paradoja y el espejismo, si tomamos un país separado de la América Latina, como El Salvador o Haití, que resulten superpoblados. Pero si consideramos el continente como tal, en esa proyección de unidad, que es la aspiración del Aprismo y la base de su doctrina, nosotros encontramos, como he dicho muchas veces, estas cifras elocuentes que deben tenerse siempre en mente, porque de allí comienza nuestra interpretación, nuestro enfoque de la realidad sociológica y económica latinoamericana. El continente latinoamericano tiene 20 millones de kilómetros cuadrados, y solamente, hasta hoy, 204 millones de habitantes, Es decir, más o menos, 10 habitantes por kilómetro cuadrado. Si nosotros comparamos esto con la China o con Inglaterra, o con cualquier país de Europa, comprobaremos que somos un país despoblado. Entonces el problema, despejada esta incógnita, no es el de la superpoblación. No es el del crecimiento explosivo de una población que no tiene dónde vivir. Es, precisamente, lo contrario. Es el de un continente semivacío, en el cual, esta proporcionalidad aritmética entre la extensión y la población, tiene, sin embargo, que condicionalizarse por el hecho de que los espacios enormes de América Latina, que lo hace, aritméticamente, continente despoblado, lo hace algebraica o geométricamente un continente superpoblado. Porque gran parte de esas extensiones contornales geográficas son inhabitables o necesitan de la mano del hombre para volverlas fértiles y propicias para la habitación.
Aquí está nuestra primera deducción: entonces ¿Quién es nuestro enemigo? Nuestro principal enemigo es la geografía. Claro que circunstancialmente es enemigo el que se apoderó o los que se apoderan de esos retazos fértiles de nuestra América: El gamonal, el latifundista o el explotador. Pero si nosotros tendemos una mirada de arco en el concepto revolucionario y creador, tenemos que decir: “nuestro enemigo es la geografía, y cuando yo venza la geografía con la irrigación, con el camino, con la perforación de túneles, con la conquista del trópico, entonces quedará arrastrado, en este movimiento de conquista, el latifundista y el explotador del oasis que lo consideraron como objetivo de su ambición. (Aplausos)
Los que éramos jóvenes aprendimos estas enseñanzas y descubrimos allí, en esos objetivos, la verdadera bandera de nuestra revolución. Lo realmente admirable e interesante es que no solamente los jóvenes estudiantes de nuestra época, sino los trabajadores, el pueblo, que no estaba listo para entender nuestra doctrina, intuyó, aprobó y abrazó esta fe, que significaba un planeamiento completamente nuevo de la problemática social y económica de la América Latina. Ese es el valor del Aprismo. Por un ideal nuevo. Por una bandera desconocida hasta entonces. Por un vocabulario que no era el manido, el transferido, el importado y copiado de los folletos de propaganda, el Aprismo erigió su propia filosofía, su propia doctrina, su propio léxico, su propia verdad y su propio martirio. (Aplausos)
Allí, compañeros, surgió una juventud con fe, una juventud que supo ir al cadalso por estas ideas, una juventud que afrontó la incomprensión de tanta gente que no entendería el Aprismo. De tanta gente que quería clasificarnos dentro de los esquemas conocidos, yo recuerdo que en el año 31, cuando el Partido aparece, con este nuevo mensaje, entonces la gente dice: “¿Qué son éstos? ¿Socialistas? No son ¿Comunistas? No son ¿Fascistas? No son… Pueden ser fascistas, pueden ser comunistas, pueden ser socialistas… Y nosotros decíamos: la cosa está escondida en la magia de una nueva palabra: “Somos apristas y hay que aprender a deletrear esta nueva sigla ¡Para que aprendieran a deletrear esa nueva sigla pasaron 30 años!” (Aplausos)
Pero, en esos treinta años, nosotros creamos un movimiento que se enfrentó a todas las formas de reacción: En el exterior, al imperialismo y el comunismo, en el interior a la oligarquía, a la reacción, a lo que representaba la fuerza interna de todo lo que resistía al progreso y a la justicia. Así surge el movimiento, así sobrevive, así lucha, así contrarresta todas las previsiones de su fallecimiento y su sepelio, repetidamente lanzadas por los que esperaban que algún milagro produjera en nosotros un infarto cardíaco colectivo (Risas). Pero no morimos de infarto cardíaco colectivo. Por el contrario, creamos un grande y nuevo corazón peruano que ha resistido y resiste a todos los embates, que está, sobretodo, seguro de su supervivencia. (Aplausos)
¿REVOLUCIÓN COMUNISTA CON LOS CAMPAS?
Por paradoja, compañeros, no olvidarlo: Desde que el Partido aparece, tiene frente a sí al comunismo actuando en el escenario peruano, en el cual no ha habido experiencia de la lucha política doctrinaria porque hasta que el Aprismo aparece, los partidos surgidos habían sido hordas caudillistas que llevaban un nombre propio: pierolismo, cacerismo, gamarrismo, orbegosismo, etc. Nosotros somos, pues, un capítulo nuevo en la historia política del Perú, cuando aparece un partido que no lleva el nombre de una persona, pero que tiene su partida de bautismo heroica en un nombre y apellido que representa a la familia peruana, que quiere justicia y libertad. Entonces no había que enfrentarse a otra cosa que el comunismo. Y es allí, en 1931, cuando el germinante comunismo recibe la protección y la alianza de toda la reacción y es, desde entonces, cuando comienza esa agresión de los comunistas como instrumento de los elementos más cavernarios y más retrógrados de la política peruana. Innegable, porque ahí están los testimonios que ahora ya se pueden oír de quienes fueron entonces los protagonistas, los encargados y los mandaderos de Rusia para combatir al Apra. Y ahora que ya se desengañaron del comunismo, no tienen empacho en decir cómo fueron los instrumentos y cómo su primer mandato y encargo fue acabar con el Apra. Quien quiera saberlo que vaya a ver y oír la televisión (aplausos)
Ahora, allí está la prueba. Si en el Perú hubiese un poquito más de concentración mental y capacidad de atención, que es una de las condiciones que hay que educar como condición sine qua non, del pueblo culto, la gente tendría, muy frente a los ojos, esta realidad. Los hombres que durante 20 años fueron los encargados y los mandaderos de Moscú, están confesando, ahora, a quienquiera oírlos, que su principal encargo y consigna fue combatir al Apra ¿Por qué? Por algo sería. Porque, por primera vez, el comunismo encontró su auténtico rival en este movimiento, de una caudalosa y nueva conciencia revolucionaria que aspiraba a la justicia aquí, en nuestra tierra, sin pasar por el coloniaje de Moscú.
Así comenzamos, así luchamos y así hemos llegado hasta ahora, cuando de nuevo se produce la alianza del mismo comunismo, que en todo momento fue compinche y cómplice de la reacción y la oligarquía peruanas, cuando se cobijan bajo la protección oficialista, cuando le venden sus votos de refuerzo y a cambio de ello le reclaman posiciones burocráticas y, sobretodo, posiciones claves en la administración pública.
Pero ahora viene el contrasentido. Ahora viene lo inexplicable, que es para ustedes la mejor experiencia, la mejor lección de lo que está ocurriendo ¿Qué explicación tienen estas guerrillas? ¿Qué explicación darle, en un país donde ellos tienen libertad de acción, a la revolución por las armas? La insurgencia tiene razón de existir cuando hay opresión, cuando hay tiranía política. Nosotros, los apristas, nos hemos sublevado y hemos mantenido nuestra insurrección durante 30 años contra los tiranos y los dictadores y malos gobiernos ¿Pero éstos contra quién van, si tienen toda la protección oficialista? Su rebeldía puede ser comparada a la niña furiosa de la novela francesa que, no pudiendo casarse, expresó su protesta tirándose de los pelos, en tal forma, que tuvo que ir al día siguiente al peluquero a buscar una peluca postiza. (Risas y aplausos)
Aquí les estoy planteando a ustedes una negación de importancia histórica para la formación de un concepto de lo que está ocurriendo en el Perú. Sí, nosotros nos preguntamos qué justificación tiene la rebeldía de este tipo, armada, violenta, vandálica ¿La protesta contra qué? ¿Contra el orden social establecido? Pero si ahí tienen los canales del gobierno. Si ahí tienen el apoyo oficial, si ahí tienen la Cooperación Popular que ellos manejan, los diputados comunistas que ganan sueldos en el Parlamento. Si ahí lo tienen todo, ¿Por qué entonces no han comenzado a cogobernar y a revolucionar el país para salvarlo de sus injusticias? ¿Cómo se explica que tomen las armas? Esto sólo tiene una explicación: Porque el objetivo no era la justicia. El objetivo era la conquista del Perú, la entrega del país a una nación extranjera. El objetivo no era la revolución social. El objetivo es aprovecharse de todas las ventajas que han obtenido ellos con el amparo oficial para consumar un movimiento de entrega de la República, de venta del Perú, a quien quiera comprarlo, por razones de estrategia mundial. Porque el Perú puede ser una presa codiciada de un nuevo colonialismo, o un punto de apoyo para establecer una punta de lanza contra los Estados Unidos en el cuadro general de la política internacional.
No tiene otra justificación. No tiene otra explicación, mejor dicho, que se haya producido este movimiento cuando ellos tenían en las manos todas las ventajas y todos los favores de la protección oficial. Prácticamente, los comunistas han estado, y están aún, aferrados a través de las posiciones oficiales, en el cogobierno de este país. Porque ellos han tenido ministros con la máscara y el disfraz o la estampilla de un partido X o Z, no quiere decir que, por sus procedimientos, por sus actitudes y sus disposiciones no hayan demostrado que son o han sido simples mandaderos de la organización comunista internacional.
Pero todos estos intonsos, todos estos mentecatos útiles (risas y aplausos), no han servido sino de herramienta, de servil instrumento para un plan que iba más lejos. El plan de provocar una crisis interna y de conquistar el Poder para entregar el país al extranjero.
Yo les pido a todos ustedes que examinen esta realidad, porque hay otras pruebas en contra ¿Cómo se explica que las comunidades indígenas, en nombre de las cuales se ha hecho la revolución social, no hayan reaccionado para apoyarla? ¿Cómo se explica la indiferencia de nuestro pueblo, de nuestras organizaciones de trabajadores, de nuestros hombres que tienen el problema de la justicia ante los ojos? ¿Cómo se explica su indiferencia ante esta revolución que repudian? ¿Y cómo se explica que en vista de su desesperante abandono, estos guerrilleros hayan tenido que ir a buscar a los campas, que están situados antes de la civilización y de la sociedad. Nuestros compatriotas, los campas, que Dios guarde, son evidentemente grupos sociales en transición, entre la primitividad salvaje y la civilización, a la cual todavía no han llegado. Y el comunismo, como doctrina y como expresión política social y doctrinaria, es la coronación de un movimiento de civilización que quiere llegar a la sociedad sin clases. Quiere decir que entre los campas y la sociedad sin clases hay gran distancia. Pero como los extremos se unen, será porque los campas tampoco tienen clases. (Aplausos y risas)
Yo no he descubierto otra conexión posible. Pero aquí también viene la reflexión histórica y sociológica. Los campas son una sociedad sin clases. El comunismo dice que quiere llegar a una sociedad sin clases. Pero entre estos dos extremos, hay el curso, el disparo y la curva magnífica de seis mil años de historia.
Yo quiero poner ante los ojos de ustedes, que son estudiantes universitarios, este simple problema de lógica, que quizá pueda llamársele, más simplemente, un planteamiento de sentido común.
¿Qué explicación tiene una guerrilla con los campas? Yo el otro día he conversado con un diputado francés, el señor Flornoy[2], que ha escrito libros sobre la civilización incaica. Que conoce nuestro país. Que lo ha viajado a lo largo y a lo ancho. Y me decía él, que es miembro del Parlamento francés: “Me voy sin entender. Estoy confuso que ya no sé qué es comunismo, ni que es no comunismo. Yo soy de Francia donde hay un partido comunista francés. En Europa hay partidos comunistas y doctrina comunista. La he leído, la conozco. Pero esto está fuera de toda doctrina. Esto se salió del marco ¡Los campas haciendo la revolución comunista! (Risas y aplausos)
¿Qué es esto? La respuesta es, jóvenes compañeros, la que el Aprismo dio hace 30 años. A la que yo me remito en mi libro “El Antimperialismo y el Apra”. Cuando nosotros dijimos: el comunismo en la América Latina es antihistórico, porque no se ajusta a las condiciones sociales y económicas de nuestra realidad histórica. Esa es la respuesta. Cuando se importa una doctrina, aunque venga de Rusia, aunque traiga mucho dinero y muchas armas, y se la quiera encasquetar en la cabeza de un pueblo y obligar a llevarla, el pueblo tira el sombrero extraño, y entonces, en la desesperación de ponérselo a alguien, hay que buscar un campa para cambiarle las plumas de adorno, por el casquete europeo. (Aplausos)
Pero yo me remito, porque éste es un argumento fundamental, al juicio de ustedes para que se respondan a esta pregunta. El Imperio de los Incas fue una civilización, las comunidades incaicas son su rezago, su residuo, su proyección. El Imperio de los Incas es una de las 21 civilizaciones de la historia. Como dice Toynbee, con la egipcia, las únicas dos que, por no tener antecedente ni paternidad, tampoco tuvieron filiales o consecuencia. Que se quedaron solas y aisladas en el cosmos de la historia de las civilizaciones, pero que son dos productos señeros y admirables del esfuerzo del hombre, venciendo el reto y la agresión de la geografía. Está bien, estas proyecciones sociales del Imperio de los Incas son nuestras comunidades. Allí pudieron tener eco, acústica, retardada y remota, las reivindicaciones. Pero la respuesta ha sido la indiferencia. Lo cual es explicable en el proletariado, más organizado, del norte del país. Pero ahí también han sido indiferentes. Entonces, ha habido que buscar a los campas.
A partir de esta reflexión yo puedo decirles a ustedes que vive el país un momento crucial de prueba. Que estamos ante una realidad decisoria y que es por eso que yo demando de cada cerebro aprista que piensa, joven o adulto, y de cada corazón que late y de cada brazo que esté listo a esgrimirse en defensa de la doctrina en la que nosotros hemos creído y creemos, desde la fundación de este movimiento. Yo demando que cerebros, corazones y brazos nos juntemos para defender lo que ha sido, es y será la justicia con libertad, a la que el Aprismo aspiró al enarbolar su primera bandera. (Aplausos)
Porque ahora si, compañeros estudiantes, ahora si que tenemos razón. La razón nos la están dando los campas. Cuando los campas luchan con los comunistas, el comunismo está muerto en el Perú. Porque todo eso es una caricatura, una deformación, una monstruosidad, un embaucamiento y una estafa. Ya es tiempo que se acabe con este cuento, ya es tiempo que reaccione dinámicamente, para encontrar de nuevo los caminos – de los que aveces se han desviado- de nuestra verdadera revolución, de la revolución peruana, que debe realizar su justicia y debe cumplir su programa.
Yo he querido traerles esta noche estas meras reflexiones. Porque ya se acabó la lucha ideológica, esa del claustro, cuando ustedes enfrentaban a los portavoces fonográficos de folletitos repetidos que fueron impresos hace 50 años. Ya hemos pasado esa etapa. La etapa argumental de la cultiparla comunizante en la tribuna, de la que se apoderaban y desde la cual aveces podían dejar estupefacto al oyente que no entendía lo que estaban diciendo.
Pero ahora ya es otra realidad. Todo lo que ustedes oyeron en la argumentación comunista tiene ya su expresión y su desembocadura en este tipo de revolución inexplicable, injustificable, condenada al fracaso, capaz de producir desangre y degenerar en bandidaje y en bandolerismo, pero no de crear nada constructivo, que es obra de la verdadera revolución. Se enquistarán allí. Se quedarán matando gente y poniéndoles piedras calientes en el vientre a los vencidos. Se ensañaran en la crueldad, en la sevicia, pero no construirán nada. Porque el pueblo no responde y porque los únicos que les han podido responder son los campas. (Aplausos)
Ahora quiero decirles también, compañeros, algo que, completaría el mensaje de esta noche. El Partido Aprista, como lo dije aquí no hace mucho, en esta misma Aula Magna –seguramente algunos de los que están aquí, quizá no pocos, escucharon mi argumento-, el Partido Aprista se trazó un derrotero. Planeó un camino, pero no a la antigua, no como la trocha de un camino de herradura, ni siquiera como una línea de ferrocarril, porque la trocha tiene sus riesgos cuando el camión sale de ella: del abismo no lo saca nadie, sino la ambulancia y porque el ferrocarril cuando se descarrila tiene sus catástrofes y porque todo eso es anticuado y el símil no corresponde. Lo que ahora tenemos nosotros como figura de nuestra ruta, es el avión. Esta ruta no tiene rieles. El avión tiene el destino de llegar a donde va. Pero si encuentra el temporal lo elude. Si el temporal tiene doscientas millas de diámetro, hay que darle vuelta. El asunto es llegar al punto señalado en el itinerario. El Aprismo ha tenido que hacer eso: volar alto, volar bajo, capear el temporal, pero llegar siempre a su objetivo. A eso vamos.
Compañeros de viaje hemos tenido. Muchos de ellos se han quedado atrás. Nosotros hemos seguido. A las alianzas apristas se las ha criticado, y hay que tener buena memoria sobre esto. Cuando nosotros, para salir del fangal en que se había sumido la democracia en el Perú, tuvimos que aliarnos en esa política que se llamó de la convivencia, vinieron los doctos, los morales, los narcisos y comenzaron a lanzar su palabrería de catones de cartón.
Nosotros dijimos que la convivencia era necesaria como tránsito y paso hacia la mayor afirmación democrática del Partido Aprista en las instituciones del Estado. Pasó la convivencia. Pasó todo lo que ustedes han visto que es historia reciente ¿Dónde está la convivencia? Buenas noches. Nosotros seguimos.
Nos hemos encontrado con otra alianza. Vamos también. El objeto es sacar leyes que el país necesita. No éramos mayoría suficiente en las Cámaras, pues ¿Quién vota por nosotros? El Perú necesita educación gratuita. Necesita Reforma Agraria, cooperativas, subsidios municipales, elecciones edilicias, que no se habían realizado durante cuarenta años. El Perú necesita descentralización. El Perú necesita todas estas cosas ¿Le vamos a decir al hombre que pasa por la calle: “Espérenos usted hasta el 69 y verá que el 69 le damos estas leyes, cuando se las podemos dar de inmediato, como ya se las dimos? ¿Cuál es la alternativa para un político realista que sabe dónde está el suelo que pisa? Esa es la razón, y, sobretodo, el común denominador de enfrentarnos a ese comunismo traidor. A ese comunismo campa que merece tener en la mano la flecha agresora y envenenada, y en la cabeza, donde tantas cosas le faltan, la pluma que es el símbolo de su primitividad.
Pero nosotros, mientras tanto, hemos necesitado organizar y dirigir la política, como la organizan y dirigen todos los partidos revolucionarios del mundo. Por eso es necesario leer la historia y aprenderla, porque sin conciencia histórica no hay conciencia política.
Conociendo historia, se sabe que no hay movimiento político en el mundo revolucionario, llámese como se llame, que no haya celebrado alianzas.
A los comunistas hay que recordarles que Rusia se alió con Hitler primero, con el nazifascismo feroz, y después, con el imperialismo capitalista, y fue del brazo de Inglaterra y Estados Unidos para ganar la guerra.
Entonces, las alianzas, las coaliciones, cuando son necesarias, se realizan. El problema y el asunto está en mantener la línea. En sobrevivir, en perdurar, en continuar la obra. Continuidad y legitimidad.
“La fe en nuestros mártires, la de los que no se han apartado de la línea, sino con la muerte.” (Trinchera de Mansiche en 1932)
Esa es la misión revolucionaria del Aprismo. Estos movimientos y lo que está ocurriendo les dan a ustedes una enseñanza valiosísima para que saquen de ella las consecuencias. Ya podemos ir despejando incógnitas. Sobre lo que hemos dicho, queda otra que yo la recomiendo al examen de cada uno de ustedes. Es esta, claro que ustedes son muy jóvenes y ustedes no conocen, compañeros, cuánto ha tenido que luchar un movimiento como el nuestro. Ustedes no conocen, compañeros, cuánto se tuvo que luchar en el país para lograr la creación de este movimiento y, sobretodo, la hazaña extraordinaria que significa la supervivencia de este movimiento. Pero ustedes conocen algo de la historia del país. Ustedes tienen un deber. Contéstense ustedes mismos a esta interrogante: ¿Cómo ha podido sobrevivir el Apra, contra todos y contra todo? ¿Cómo ha podido durar? ¿Cómo y por qué es el primer partido del Perú?
Yo pido una respuesta a la conciencia de cada cual ¿Por qué duró? Dura porque está en el corazón del pueblo. Dura porque está en la raíz del Perú. Dura porque habla un lenguaje que posiblemente tuvo faltas gramaticales, pero llegó al hondo mismo de la conciencia de nuestro pueblo. Por eso es que las comunidades no respaldan al comunismo, porque intuyen que la respuesta no está allá. Porque saben que el aprismo tiene el secreto de la gran solución. Sólo falta ser aprista de corazón entero, cada vez más, y que los jóvenes de hoy tengan fe mística, que la rescaten como una luz de ese que fue el impulso creador constructivo y epopéyico de los muchachos de 1931. (Aplausos)
Por eso, al final, les pido a ustedes, muchachos estudiantes universitarios, que renovemos nuestra fe, que reafirmemos nuestra voluntad de historia, que hagamos un examen objetivo de los hechos que yo les he presentado. Porque entonces la respuesta no será otra que esta: “el Aprismo tuvo y tiene razón. Hay que estar con el Apra, pero hay que estar todo entero, para que así la victoria corone las aspiraciones de nuestro pueblo”. (Aplausos)
Y ésta será la verdadera rebeldía y la verdadera obra superadora de una nueva generación. Si no, será una generación de calendario, pero no una generación de creación. Y no olviden ustedes esto: procuren que nosotros no sigamos siendo jóvenes. Porque mientras ustedes no sean dignos de la obra que nosotros comenzamos, seremos nosotros siempre más jóvenes que ustedes. (Gran ovación)
Pero para esto, compañeros estudiantes, hay que creer y no dudar. Hay que tener fe. La fe en nuestros mártires, la de los que no se han apartado de la línea, sino con la muerte. Hay que tener fe. No hay que dudar ni perderse en palabras, en sofismas, en galimatías, en discusiones banales e inútiles, que sólo sirven para la charla de café, pero no para crear movimientos de veras constructivos.
[1] El discurso fue publicado en la Revista Presente en su edición número 102º de setiembre-octubre de 1965 en el contexto de una cercana Convención Nacional Universitaria Aprista. Transcripción realizada por Hernán Hurtado Castro publicada en www.oizquierdo.blogspot.com
[2] Bertrand Flornoy (Paris 27 de marzo de 1910- 25 de abril de 1980) antropólogo y viajero que publicó La Aventura Inca (L'aventura Inca) en 1972
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