Existen dentro de la interpretación del aprismo y de la
deformación del mismo por parte de algunos estancados en el Antiimperialismo y
el APRA (mal entendido) numerosos mitos
que circulan dentro del universo del PAP. En tiempos de desorden y falta de
línea política partidaria es menester dejar sentada nuestra posición respecto a
lo fundamental y permanente en la obra de Haya de la Torre. A pesar de tener
más de 8 décadas de accionar en la política continental y de haber realizado
actos cuestionables por muchos sectores, algunos cuestionamientos con muy mala
intención por cierto, existen principios que siempre han regido nuestra esencia
doctrinaria y nuestra actividad pública.
En estos momentos de desorientación es donde debemos
centrarnos en desarrollar una estrategia y un programa, en sentar posición
frente a lo que ocurre con las medidas que implementa un régimen que ha
prometido mucho, pero que viene dando tumbos con políticas y lineamientos que
no termina de entender y armonizar. Pero para pronunciarnos con eficiencia
sobre la realidad política y la coyuntura es fundamental previamente aclarar
ciertos puntos que nos definen, motivado por ello escribo este breve artículo
donde intento esbozar lo que a mí opinión son los ocho principios fundamentales
del aprismo en la perspectiva histórica y que hacen de nuestro movimiento un
fenómeno singular dentro del concierto de las ideologías a nivel indoamericano
y mundial.
En mi opinión los pilares fundamentales de la doctrina
aprista, aquellas columnas sobre las cuales se sostiene toda la construcción
detallada de la ideología que cincelaron Víctor Raúl Haya de la Torre, Antenor
Orrego, Manuel Seoane, Luis Alberto Sánchez, Carlos Manuel Cox y los demás
fundadores son: soberanía del pueblo, justicia social, integración continental,
defensa y perfeccionamiento de la democracia, antiimperialismo y revolución
constructiva, partido escuela, realismo y relativismo y finalmente el ser un
frente de clases.
En cuanto al concepto de la soberanía del pueblo éste está
ligado al ideal republicano mismo que grafica la superación de la medieval
teoría del poder emanado por designio de fuerzas sobrenaturales o deidades
hasta llegar a lo que creemos hoy en día : el poder emana del pueblo. Por lo
tanto el garante de que éste principio de mantenga es en última instancia el
pueblo mismo, de aquí nace el derecho a la insurgencia popular. Es por esto que
nuestra prédica de fraternidad con todos los peruanos y de defensa de la
democracia no es incompatible por ejemplo con lo acaecido el 7 de Julio de 1932
en la famosa Revolución de Trujillo, pues no intentamos defenestrar a un
gobernante legítimo e imponer una dictadura aprista que imponga a sangre y
hierro su programa, sino que pretendíamos derrocar a un tirano para llamar a
elecciones generales, justamente para devolver al pueblo la soberanía que la
dictadura le había cercenado con medidas autoritarias extremas.
Es decir, cuando algún tirano o una fuerza foránea pretenden
trastornar o pervertir el encargo del poder que el pueblo deposita en un
gobierno, aquel está facultado a levantarse en armas para recuperar su
soberanía y para devolverle su vigencia a la república. Este principio
fundamental del aprismo nos emparenta con las luchas de los pueblos por la
emancipación y la consolidación de las repúblicas en el mundo entero y además
nos relaciona íntimamente a las luchas independentistas de nuestro continente,
al ideal bolivariano, al esfuerzo de José Faustino Sánchez Carrión versus la
tendencia de la monarquía constitucional que propugnaban San Martín y Torre
Tagle. Este ítem clave en la constitución del aprismo lo hace universal, siendo
hermano espiritual de la revolución francesa, de la independencia de los
Estados Unidos, etc y por ende nos da vigencia a la luz de los
tiempos.
El segundo principio fundamental del aprismo es la búsqueda
permanente de la Justicia Social, en ese aspecto no creemos en una sociedad con
profundas brechas sociales, creemos en un sistema que otorgue posibilidades de
desarrollo a todos por igual, creemos que también desde el Estado podemos y debemos promover políticas públicas que
vayan orientadas a brindar salud, educación y servicios que eleven la calidad
de vida de los indoamericanos, queremos insertar a aquellos hermanos menos
favorecidos por el proceso de la
globalización y el mercado en las dinámicas políticas, económicas y sociales,
no creemos en la construcción cuasi artificial de zonas liberadas o reducciones
donde se niegue la idea del mestizaje y de la oferta de la tecnología, esto sin
embargo no debe pervertir la identidad cultural de la localidad.
La justicia social en términos apristas está regida por la
máxima que Haya de la Torre dictara en un famoso discurso de los años 40´s:
“Hay que crear riqueza para el que no la tiene, no quitarla al que la tiene”.
Debemos entender que ésta justicia social no es revanchista, ni es radical, es
consensuada, pero no por ello claudicante y arraiga dentro de sí misma el
concepto de desarrollo y progreso y no el de confrontación. Debemos entender y
luchar porque cada reforma económica y social tenga su correlato en el ámbito
político generando además de satisfacción de necesidades básicas una plataforma
desde la cual se originen nuevos derechos que paulatinamente irán
satisfaciéndose ya sea por la acción del estado o por las conquistas mismas de
la población con las nuevas herramientas de bandera de nuestro proyecto aprista
: educación y tecnología para todos, la tan mencionada Revolución Tecnológica
que también avizorara el Viejo León.
Nuestro tercer punto es la Integración Continental, el
aprismo nació como un movimiento continental que pretendía hermanar a las
repúblicas del continente para hacerle frente a la embestida del imperialismo
que sojuzgaba naciones y las dividía en base al dinero y a las armas. Se ha
olvidado los esfuerzos de Manuel Seoane con la Unidad Latinoamérica y de Andrés
Townsend con el Parlamento Latinoamericano que delinean el interés del aprismo
por ser una corriente de pensamiento que propugne la unidad de la raza cósmica
indoamericana. Con el APRA en el gobierno también hemos asumido de manera
equivocada, a mi entender, que la tarea de la integración compete
exclusivamente a los estados no dándole importancia a los partidos hermanos en
este proceso. Más allá de acuerdos comerciales está tratar de impulsar la
unidad en base a ideales de transformación social y fraternidad con nuestros
vecinos.
En este punto creo que debemos repensar y evolucionar
nuestra idea primigenia de la integración como mera estrategia defensiva
respecto a la dominación que puedan ejercer potencias foráneas de nuestro
continente, debemos pasar de esta premisa a una propositiva que es, al margen
de la “actitud” de los imperialismos, esbozar la ruta de la unidad como una vía para el desarrollo común de los
pueblos, tratando de dilucidar con claridad las ventajas productivas de unos
sobre otros para crear un sistema unificado e integrado que le dé fuerza de
primer orden a Indoamérica. Esta tarea es ardua y requiere de la planificación
estratégica democrática a escala continental y el apoyo al fortalecimiento de
las democracias y de sus partidos defensores en todos los países miembros de
nuestra comunidad.
El cuarto pilar fundamental que les expongo es el de la
Defensa y perfeccionamiento constante de la Democracia, éste principio está
relacionado a entender a la democracia no sólo como un sistema donde se
participa cada determinado número de años para la elección de representantes
sino además en un esquema que promueve la participación y la fiscalización
constante por parte de la sociedad civil en la vida política nacional. La tarea
del aprismo está íntimamente ligada a la defensa de la libertad, pero va aún
más allá, se propone hermanar los conceptos de libertad integral con el de
justicia integral, sin sacrificar uno por otro. Esto lo que Víctor Raúl
denominó Democracia Social. Nuestra defensa no es sólo a las elecciones libres
y transparentes sino que incluye además a todas las instituciones que soportan
la democracia con el fin de que extiendan sus alcances a todos los planos en
los cuales es menester desarrollar valores y calidades de ciudadanía.
Por otro lado entendemos la democracia como un sistema en
constante perfeccionamiento puesto que la revolución tecnológica ofrece cada
día alternativas de desarrollo mayores a la humanidad ó posibilidades que
excedían incluso nuestra imaginación en años anteriores. Es por ello que, por
ejemplo, el internet, se ha convertido paulatinamente en un derecho que el
aprismo debe intentar hacer llegar a todos los rincones de la patria pues pone
al alcance de todos una mayor velocidad en las comunicaciones, acceso a la
información y al conocimiento, base de la construcción de una ciudadanía
integral y además base de una libertad real. Por ello concluimos que a más
innovación tecnológica existen más derechos por los que luchar y a más derechos
que otorgar al pueblo, por consiguiente, la democracia tiene que seguir
perfeccionándose de manera infinita. Es por ello además que este sistema
alberga en su seno la posibilidad dialéctica de redefinirse bajo los parámetros
de la libertad y la participación incorporando asuntos que en principio podrían
sonar incluso suntuosos. He ahí una tarea que mantiene siempre al aprismo
activo y vigente.
Nuestro quinto ítem fundamental es entender la revolución
como fenómeno inherente al proceso histórico de la humanidad pero de manera
constructiva y entender al imperialismo como una política sin asociarlo de manera
necesaria con un rostro o una bandera. La revolución entendida como la entendió
Haya de la Torre y como la sustentaron los fundadores del aprismo no era más
que la aceleración de la evolución, es decir un ímpetu por el desarrollo y el
progreso de los pueblos, de manera intransigente y enérgica, pero sin caer en
la demagogia ni en la violencia. La revolución por eso es dentro del aprismo
constructiva y no destructiva como en el marxismo ortodoxo; se relaciona además
con la tecnología y su avance irrefrenable, “la revolución tecnológica” que nos
brinda mayores opciones de bienestar y de erradicación de la marginalidad y la
pobreza, pero la tecnología puesta al servicio de las mayorías, no centralizada
por una élite que trafica y se enriquece con ella.
En esa misma ruta tenemos que entender el antiimperialismo,
no caer en la tentación de asociar al fenómeno del imperialismo a una
determinada bandera, ya que en principio las multinacionales de ahora tienen en
su constitución capitales de muchas nacionalidades y además incurriríamos en
sendas contradicciones puesto que los gobiernos y las políticas de las
potencias cambian con frecuencia, ya lo decía Haya hace mucho acerca de los
presidentes de EE UU apellidados Roosevelt: Theodoro del Big Stick no es lo mismo
que Franklin de la Good Neighbor policy. Por lo tanto entendemos al
imperialismo como una política posible de ser adoptada en la práctica por
cualquier gobierno aventajado, incluso sea éste una súper potencia mundial o
una potencia de rango continental o regional. En tal sentido la Venezuela chavista tiene por cierto muchas actitudes imperialistas que debemos denunciar
y condenar, o estar atentos al aprovechamiento económico que pueda realizar
Brasil de sus posibilidades de inversión y las condiciones como albergamos las
mismas. Por lo tanto condenamos las actitudes imperialistas en el mundo
entero y las enfrentamos con nuestra
actitud y nuestra propaganda
antiimperialista, el aprismo por ende es propositivo y libertario, no ortodoxo
ni xenófobo.
El sexto principio que hace singular al APRA es entenderse a
sí mismo como un Partido Escuela. Debemos recordar que antes de ser Partido,
incluso antes de ser un movimiento continental fuimos la sublime conjunción de
estudiantes y obreros, ¡el frente único!, aglutinados alrededor de la idea de
las Universidades Populares “González Prada”, para llevar conocimientos a los
sectores populares del país, ofreciendo el saber y conocimientos técnicos a
quienes el Estado no se los otorgaba. Este asunto es trascendente puesto que es
una labor democratizadora y de inserción social ya que en las UPGP tenían
talleres donde también se enseñaban oficios que le valían a los alumnos el
poder generarse su sustento. La máxima que reglamenta este rasgo aprista es “El
que sabe, enseña y el que no aprende”.
Debemos luchar por recuperarnos en este terreno ya que hemos dejado hace
mucho de ser escuela forjadora de consciencia nacional y no le proveemos a los
sectores que aún no alcanzan altos índices de desarrollo herramientas para mejorar
su calidad de vida. El aprismo ejerce su liderazgo social mediante la educación
popular y su representatividad en gremios como los estamentos universitarios,
sindicatos y organizaciones populares, todos ellos relacionados a nuestra
primigenia idea de la Universidad Popular.
El séptimo concepto que delinearemos será el del aprismo
entendido como doctrina relativista y realista. Nosotros conceptuamos que la
filosofía está íntimamente relacionada con la física, con la naturaleza y la
interacción que realizamos como especie con ella. Por ello reconocemos que las
disquisiciones filosóficas están íntimamente relacionadas con el conocimiento
de la física que podamos tener a la mano, producto del avance de la ciencia y
la investigación, es por ello que nos adscribimos al concepto de la relatividad
de Albert Einstein, en la medida del análisis de éste de que los tiempos y las
distancias son relativas de acuerdo al punto de vista del observador, cuestión
que revoluciona la ciencia y que hace caer al determinismo que se registraba
con Newton hasta entonces. Hoy ciertos aspectos de la teoría de la relatividad
están en discusión, es pues menester nuestro reflexionar que aspectos de
nuestro basamento filosófico tenemos que replantear. El pensamiento aprista se
enriquece con la investigación, en constante zanjamiento con el estancamiento
intelectual y el dogmatismo escolástico.
Cabe además precisar que somos un movimiento realista pues
todos los objetivos que nos trazamos están demarcados por un frente social que
tiene metas consensuadas de acuerdo al medio donde se desempeña. Hacemos
política pensando en sublimes ideales pero actuamos en el día a día con sentido
de la realidad avanzando en la medida de las posibilidades que nos ofrece la
coyuntura en pos de ir afirmando cada instante un paso más hacia la conquista
de la libertad y la justicia integrales. No construimos utopías que las
queremos conquistar rápidamente en base a la sangre y a la violencia. Haya de
la Torre fue ante todo un político de realidades.
El octavo y último principio clave que define al aprismo
como un movimiento peculiar es el de ser un frente de clases, esto quiere decir
que el APRA no promueve, a diferencia del marxismo, la lucha de clases ni la
dictadura de un sector sobre los demás para imponer sus reformas o su programa.
El aprismo cree en la construcción de un proyecto de unidad nacional, con el
concurso de todos con miras a buscar el desarrollo de los más necesitados. No
promovemos ni la violencia ni el enfrentamiento entre peruanos. Debemos a su
vez en este punto detallar que nuestra característica de frente de clases va
ligado no a una idea marxista de las clases sociales, si no a entender que
existen diversos sectores dentro de una misma sociedad, que a su vez se
interconectan y se redefinen día a día y que además pueden colaborar desde sus
propias posibilidades en mayor o menor medida a la prosperidad nacional. Este
ideal de unidad de la patria se logra a nivel emocional o espiritual
añadiéndole otra categoría importante que es la de la Fraternidad, que no es un
uso ó un código partidario cómo algunos apristas lo entienden sino más bien una
propuesta para todos los peruanos en busca de una identidad sólida, autónoma,
orgullosa de sus raíces y optimista de su porvenir, donde el respeto, la
solidaridad y la libertad son piezas claves en la construcción de una sociedad
superior.
Debemos pues, luego de este somero análisis, entender cuáles
han sido los hilos conductores del aprismo por más de ocho décadas y cuáles han
sido las motivaciones y los rasgos por los cuales hemos podido no sólo
diferenciarnos de otras alternativas políticas sino que además hemos podido
subsistir a pesar de las persecuciones, tiranías , calumnias y chantajes de los
enemigos de la democracia y el pueblo. Debemos seguir impulsando estos
principios y no descansar hasta verlos convertidos en una elevada realidad.
Además de ello es nuestra misión histórica como promoción no permitir que
ninguna administración partidaria cercene o pervierta nuestras características
básicas alejándonos del corazón del pueblo ni de sus consciencias, sitial y
mandato sagrado que se selló con la sangre de nuestros antecesores, que no
añoraban más que la construcción de la patria grande de pan y libertad.
Por último, y esto será materia de un artículo completo,
quisiera dejar sentada claramente mi posición respecto a la autonomía del aprismo
respecto a modas y a tendencias dizque universales de pensamiento. Debemos
reafirmar que el aprismo es una doctrina y una política originales y autónomas.
Se aprecia de una manera perniciosa que muchos jóvenes apristas por mala
información creen que el aprismo es socialdemócrata ó está adscrito al
pensamiento socialdemócrata. Debo mencionar que en los orígenes del aprismo
está inherente el grito de originalidad latinoamericana que clamaba por una voz propia tanto en las letras como en el
pensamiento político para nuestro continente. La socialdemocracia no sólo es
europea sino que además está centralizada y tiene parámetros muy endebles de
admisión (el partido de Gadafi, el tirano libio recientemente derrocado y
abatido, era durante un buen tiempo miembro de la Internacional Socialista).
Además, la socialdemocracia ha llevado a cabo en Europa muchísimas de las
políticas imperialistas que cómo voz antiimperialista debemos denunciar y
rechazar, aparte de llevar al mencionado continente a un estado de crisis
financiera que está haciendo posible el resurgimiento de movimientos de extrema
derecha.
Tengamos pues compañeros orgullo de nuestro gran Partido y
no seamos felipillos de nadie ni colonos mentales, ni mucho menos nos sometamos
a los esquemas de aquellos que pretenden, bajo la invitación de la ayuda y la
colaboración, envolvernos en sus esquemas y en sus usos que responden a otro
espacio tiempo histórico y que además entendieron el devenir del mundo mucho
después que el aprismo. Cabe recordar
algo que muchos parecen haber olvidado que es que en sus orígenes el aprismo
estaba en profunda discrepancia con la II Internacional y con la III
Internacional, estando incluso más cerca de la segunda que de la primera. En
ese sentido nuestra adscripción como miembros de la Internacional Socialista
debe ser revisada, ya que el paso dado por Haya de la Torre de incluir al APRA
como observador fue un movimiento previsorio y prudente, sentando además
siempre su lejanía con nuestros amigos europeos, por diferencias conceptuales y
de espacio-tiempo. ¡Observadores sí, miembros no!
Viva Indoamérica!!!
Viva la Democracia!!!
Viva el APRA!!!
Fraternalmente.
Enrique Valderrama
Director General Grupo Convicción
Sec. Gral. CUAPUCP
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