Nosotros no empleamos la democracia como paso o compás de espera para el socialismo o el comunismo; para nosotros, la democracia es una meta en sí. No queremos pan sin libertad como en Rusia. O libertad sin pan como en otras partes. Queremos ambas cosas. No queremos arrebatar la riqueza a los ricos para dársela a los pobres; lo que perseguimos es crear nuevas riquezas para aquellos que no tienen ninguna. No queremos dictadores desde arriba, como en el fascismo, ni dictadores desde abajo como en el comunismo.

Víctor Raúl Haya de la Torre, entrevista con el periodista Harry Hirschfeld, 23 de abril de 1946.

domingo, 9 de octubre de 2011

La Sublevación Aprista del 48. Tragedia de un pueblo y un partido. Víctor Villanueva



Habiéndose conmemorado un año más de la trágica revolución del 3 de octubre de 1948, que tuvo como protagonistas a sectores de las Fuerzas Armadas influidos por el aprismo, cumplimos con añadir un título más a la Biblioteca Eudocio Ravines de El Ojo Izquierdo, donde se consignan los más elocuentes alegatos contra la doctrina y la trayectoria política del APRA.

El siguiente libro, La Sublevación Aprista del 48. Tragedia de un pueblo y un partido, del mayor Víctor Villanueva, publicado por vez primera en chile el año de 1954, pretende ser el relato verosímil de la antesala,  puesta en marcha, fatídica ejecución y posteriores repercusiones del levantamiento del 3 de Octubre del ’48. 

No obstante tratarse de un episodio histórico que incluye a diversos actores políticos, el libro circunscribe el desenvolvimiento de los hechos a unos pocos personajes, dándose el propio autor un lugar visiblemente sobreestimado. Para dar a su narración un mayor efecto ilustrativo, Víctor Villanueva –desde sus “vivencias” – narra las conspiraciones que giraban en torno a Víctor Raúl Haya de la Torre y la furtiva Secretaría de Defensa del Partido Aprista, con los altos mandos de las FF.AA. como generales, comandantes, y mucha carnecita de la oficialía, así como los entendimientos de estos jefes y oficiales con el mismo Villanueva.

En reiteradas impresiones Villanueva deja entrever su filiación con los ideales apristas y su admiración por la estructurada elocuencia revolucionaria de Víctor Raúl Haya de la Torre. A la vez, Villanueva crítica lo que él define como los “vaivenes emocionales” de Víctor Raúl, que habrían afectado su ánimo insurreccional, según manifiesta, pero sin dejar de abandonar el proyecto conspirativo ni la organización revolucionaria dirigida a derrocar a Bustamante y Rivero.

Lo cierto es que el trágico 3 de octubre mostró elementos de las FF.AA con importantes posiciones de mando, que permitieron tomar tres naves de la Marina de Guerra, al mismo tiempo que participaron miles de civiles –en su mayoría jóvenes militantes apristas– con la finalidad de asegurar desde tierra el control de los insurrectos sobre el Callao. Según el libro, los hilos conductores de esta compleja operación conspirativa e incluso la ejecución de la gesta insurreccional estuvieron en manos del polémico mayor Víctor Villanueva, quien luego no pasará prisión, ni expropiaciones de sus bienes personales, como el resto de procesados. El mayor Villanueva, con el sólo argumento de su palabra, señala insistentemente que los líderes del Partido del pueblo y principalmente VRHT traicionaron a la organización del movimiento revolucionario y que sus contraórdenes terminaron por sepultar la gesta y frustrar a centenares de militantes que estaban dispuestos a cumplir hasta el final con su compromiso revolucionario.

De igual forma especula, con mucha astucia literaria, sobre supuestos pactos de la dirigencia del partido con las huestes benavidistas y la presunta actitud acomodaticia del Jefe del Partido que según el mayor Villanueva tuvo una actitud de “Pilatos” frente a la odisea revolucionaria. Hilvanando anécdotas y detalles de los encuentros conspirativos teje lo que según él es la historia no escrita tras el telón del levantamiento del “3 de Octubre del ‘48”. Aún admitiendo que toda la argumentación del mayor Villanueva fuera cierta, surge fácilmente una pregunta: si todo estaba tan bien organizado por usted, y si todo dependía de su decisión y de sus órdenes, ¿por qué acató la contraorden y desapareció de la escena? ¿Por qué dejó a los conspiradores de la Marina y civiles seguir con el operativo insurreccional durante tres días si ya no se contaba con el apoyo de los conjurados de la división blindada?

La literatura antiaprista hace gala de este episodio para señalar el punto de quiebre del supuesto “viraje a la derecha” del Partido de la Estrella. Aquí están sus argumentos. Para tal suerte amerita revisarlo, analizarlo y criticarlo discriminando siderales dimensiones y contrastándolo con el testimonio de los otros actores combatientes que se mantuvieron firmes en la militancia  del partido aprista, como es el caso del teniente de la armada Juan Manuel Ontaneda Meyer, cuyas “Vivencias revolucionarias” de 1948 publicamos en la Biblioteca Luis Alberto Sánchez de El Ojo Izquierdo.

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