Habiéndose conmemorado un año más
de la trágica revolución del 3 de
octubre de 1948, que tuvo como protagonistas a sectores de las Fuerzas
Armadas influidos por el aprismo, cumplimos con añadir un título más a la Biblioteca Eudocio Ravines de El Ojo Izquierdo,
donde se consignan los más elocuentes alegatos contra la doctrina y la
trayectoria política del APRA.
El siguiente libro, La Sublevación Aprista del 48. Tragedia de un pueblo y un partido, del mayor Víctor Villanueva, publicado por vez
primera en chile el año de 1954, pretende ser el relato verosímil de la
antesala, puesta en marcha, fatídica
ejecución y posteriores repercusiones del levantamiento del 3 de Octubre del
’48.
No obstante tratarse de un
episodio histórico que incluye a diversos actores políticos, el libro
circunscribe el desenvolvimiento de los hechos a unos pocos personajes, dándose
el propio autor un lugar visiblemente sobreestimado. Para dar a su narración un
mayor efecto ilustrativo, Víctor Villanueva –desde sus “vivencias” – narra las
conspiraciones que giraban en torno a Víctor Raúl Haya de la Torre y la furtiva
Secretaría de Defensa del Partido Aprista, con los altos mandos de las FF.AA.
como generales, comandantes, y mucha carnecita de la oficialía, así como los
entendimientos de estos jefes y oficiales con el mismo Villanueva.
En reiteradas impresiones
Villanueva deja entrever su filiación con los ideales apristas y su admiración por
la estructurada elocuencia revolucionaria de Víctor Raúl Haya de la Torre. A la
vez, Villanueva crítica lo que él define como los “vaivenes emocionales” de
Víctor Raúl, que habrían afectado su ánimo insurreccional, según manifiesta,
pero sin dejar de abandonar el proyecto conspirativo ni la organización
revolucionaria dirigida a derrocar a Bustamante y Rivero.
Lo cierto es que el trágico 3 de
octubre mostró elementos de las FF.AA con importantes posiciones de mando, que
permitieron tomar tres naves de la Marina de Guerra, al mismo tiempo que
participaron miles de civiles –en su mayoría jóvenes militantes apristas– con
la finalidad de asegurar desde tierra el control de los insurrectos sobre el
Callao. Según el libro, los hilos conductores de esta compleja operación conspirativa
e incluso la ejecución de la gesta insurreccional estuvieron en manos del polémico
mayor Víctor Villanueva, quien luego no pasará prisión, ni expropiaciones de
sus bienes personales, como el resto de procesados. El mayor Villanueva, con el
sólo argumento de su palabra, señala insistentemente que los líderes del
Partido del pueblo y principalmente VRHT traicionaron a la organización del
movimiento revolucionario y que sus contraórdenes terminaron por sepultar la
gesta y frustrar a centenares de militantes que estaban dispuestos a cumplir
hasta el final con su compromiso revolucionario.
De igual forma especula, con
mucha astucia literaria, sobre supuestos pactos de la dirigencia del partido
con las huestes benavidistas y la presunta actitud acomodaticia del Jefe del
Partido que según el mayor Villanueva tuvo una actitud de “Pilatos” frente a la
odisea revolucionaria. Hilvanando anécdotas y detalles de los encuentros
conspirativos teje lo que según él es la historia no escrita tras el telón del
levantamiento del “3 de Octubre del ‘48”. Aún admitiendo que toda la
argumentación del mayor Villanueva fuera cierta, surge fácilmente una pregunta:
si todo estaba tan bien organizado por usted, y si todo dependía de su decisión
y de sus órdenes, ¿por qué acató la contraorden y desapareció de la escena?
¿Por qué dejó a los conspiradores de la Marina y civiles seguir con el
operativo insurreccional durante tres días si ya no se contaba con el apoyo de
los conjurados de la división blindada?
La literatura antiaprista hace
gala de este episodio para señalar el punto de quiebre del supuesto “viraje a
la derecha” del Partido de la Estrella. Aquí están sus argumentos. Para tal
suerte amerita revisarlo, analizarlo y criticarlo discriminando siderales
dimensiones y contrastándolo con el testimonio de los otros actores
combatientes que se mantuvieron firmes en la militancia del partido aprista, como es el caso del
teniente de la armada Juan Manuel Ontaneda Meyer, cuyas “Vivencias
revolucionarias” de 1948 publicamos en la Biblioteca Luis Alberto Sánchez de El
Ojo Izquierdo.
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